La higuera ya se cultivaba en el Antiguo Egipto, donde los egipcios domesticaban monos para recoger los frutos, ya que las ramas eran demasiado débiles para soportar su peso.
También formó parte de la dieta alimenticia de los romanos y así hasta nuestro días, dejando un rastro de propiedades atribuidas a sus hojas, que contienen un aceite esencial.
El consumo diario de este cocimiento, media hoja grande y molida por litro de agua, regula el azúcar en sangre, siendo ideal para tratar casos de diabetes.
Además, las hojas frescas, después de machacadas son utilizadas como cataplasma para hacer madurar los abscesos y forúnculos.
En estudios recientes se ha demostrado también el poder inhibitorio de las hojas de higuera sobre el crecimiento de ciertos tipos de células cancerosas.
El higo es una fruta apreciada por su sabor característico y por su alto contenido en nutrientes, entre los que destaca su alto contenido en fibra, necesaria para mantener un perfecto equilibrio dentro del organismo y lograr así que los residuos que se acumulan en su interior desaparezcan, manteniendo una perfecta salud corporal. Junto a esto las vitaminas y los minerales ocupan una parte importante de los beneficios que nos brinda, así como los antioxidantes. A pesar de todo es necesario que recalquemos el papel medicinal que tienen los higos.